Querido amigo,
miles de tanques grises manchaban el cielo azul.
Avanzaban, se deslizaban tranquilamente a una batalla que no podían ganar. Los
Alpes, una trinchera infranqueable. ¡Qué triste batalla! De las montañas corrían
ríos de blanca sangre. Las gotas, eran metralletas. Los rayos, potentes
cañonazos. Los truenos, cuerpos derrumbados. El único objetivo la muerte. Las
víctimas eran pocas. Una sola me importaba, era inocente, ajena a aquella
violencia.
Ya me decía yo que algo pasaba esa mañana. Llegué justo a
tiempo a clase. Que silencio y que nervios se respiraban en el aire. Al
principio no sospeche de nada. Toc, toc, toc. Se abrió la puerta. Un chico. Que
no conocía. Con los ojos rojos. Silvia se levanta. Una mirada entre ellos
bastó. Ella se sorprendió de la intensidad de su propio llanto. No le importó y
a nosotros tampoco. Cogió sus cosas tan bien como pudo y se fue
dejándonos todos de piedra. Entonces lo entendí. Se me hizo un nudo en la
garganta, se me entumecieron los ojos. Empecé a sudar de las manos. El profesor
sorprendido dijo:
– ¡Bueno!
Madame Bovary fue escrito por Flaubert...
Nadie le escuchaba, nos mirábamos las caras y la
violencia de aquella situación nos trajo recuerdos a todos. Pero Carla no pudo
contenerse. Intentó no recordar pero los sentimientos de un pasado que podría
haber sido escrito por Flaubert eran demasiado fuertes y sofocada, salió de
clase. Alex la acompañó. Me habría gustado salir de allí yo también. Aquél
fúnebre silencio me ponía enfermo. Debería haberlo hecho. Debería haber salido
a consolar a Carla. Fui cobarde.
En el patio todo silencio. Se soltaron globos en su
nombre, se cantó una canción en su nombre. Silvia, su mejor amiga, no la vimos
en toda la semana. Admito no saber quién era hasta haber visto su foto. No
importaba, podría haber sido cualquiera. Era del instituto y eso bastaba. Todos
decían que estaban bien. Cuándo me lo preguntaron a mí dije que no.
- ¿Por qué os obstináis a mentir cuando todo el mundo
sabe que no estamos bien? – Dije.
Asintieron y no lo volvieron a preguntar a nadie.
Han pasado tres meses desde entonces. Yo aún no amaba a Carla como la amo
hoy pero me pregunto si seré capaz algún día de traer la luz a su vida.
Hoy ha habido tormenta.
Con cariño, David
Querido Amigo,
ResponderEliminarEres un poeta!!!...